Este año los 3 meses de verano los he vivido en la Ciudadela el Diamante de México. Ha sido seguramente el verano más especial de mi vida. Especial porque ya es especial que a los 77 años alguien piense en ti como posible ayuda a una Ciudadela. Especial que no habiendo podido ir nunca ni a Canarias (el avión solo hasta donde se pudiese regresar por tierra en caso de un ataque de claustrofobia), viera posible un viaje de ida y vuelta de 12 horas de avión, y otros hechos especiales que decían que Dios me quería allí.
Especial la forma en que me ha respondido el físico, ni un dolor de cabeza me ha impedido trabajar, que es a lo que iba, y he trabajado barriendo, fregando, haciendo camas, en cocina, en los talleres de pastelería y serigrafía, en la cafetería, la expo, he hecho inventarios, ordenado bibliotecas, pequeños programas informáticos, … y he dado gracias a Dios cada día, por poderlo hacer.
Especial conocer y convivir con personas de otras culturas y países: Argentina, El Salvador, Guatemala, Colombia, Panamá, Costa Rica, y claro está de México. Se podría decir que nos unía el idioma, y es verdad aunque existen muchas diferencias, pero
lo que une, lo que te hace sentir que estas en casa es el la ley de la Ciudadela. Es el empeño de todos por vivir el “Amaros unos a otros COMO YO os he amado”. Aquí desaparecen todas las diferencias.
Otra cosa especial ha sido la convivencia con muchísimos jóvenes que han pasado por la Ciudadela para las escuelas. Son escuelas que sirven para formarse en la espiritualidad de la unidad, que ayudan a abrirse al mundo, como la convivencia llamada “Hombre Mundo” pensada para adolescentes o la escuela que ha empezado en agosto y que acabará el próximo junio para jóvenes del movimiento.
Estos jóvenes, con Lucas Cerviño y el apoyo de toda la Ciudadela son los que se están empeñando en la reconstrucción del poblado de CONTLA destruido a causa de los dos terremotos de setiembre. Personalmente me siento involucrada en primera persona y desde la distancia no dejo de animar a todos a dar aportaciones económicas para la compra de materiales. Estas aportaciones podemos hacerlas a través de la Fundación Igino Giordani.
El intento de todos de vivir la Ley del Amor, además de hacer ver lo que hubiese sido el mundo si la hubiéramos vivido, crea una Presencia que saca lo mejor de ti, que te abre a todos y de todos te hace familia, más allá de la edad, la cultura y cualquier otra diferencia. No es fácil, he fallado muchísimo, pero esa misma Presencia te lleva, te ayuda a volver a empezar. Confió en que Dios me dé la oportunidad de seguir aprendiendo el próximo verano.